febrero 28, 2008

Apuntes teológicos (escatología cristiana general) del Dr. Schreber

«A causa de su característico significado, tengo que consagrar todavía algunas puntualizaciones a la pregunta recién mencionada: "¿Por qué no c... usted, pues?"; aunque el tema sea poco decente, estoy constreñido a tocarlo. Y es que, como todo lo demás en mi
cuerpo, también la necesidad de evacuación es provocada por un milagro; esto acontece por ser el excremento esforzado dentro de los intestinos hacia adelante (muchas veces también de nuevo hacia atrás), y cuando, a consecuencia de evacuaciones cumplidas, ya no queda material suficiente, al menos los mínimos restos todavía existentes de contenido intestinal son untados en mi ano. Trátase, aquí, de un milagro del Dios superior, que cada día se repite varias docenas de veces por lo menos. Con esto se conecta la representación, directamente inconcebible para los hombres y explicable sólo por el total desconocimiento que Dios tiene del
hombre vivo como organismo, de que el "c. . . " en cierta medida es lo último, es decir, con la obtención milagrosa del esfuerzo de c... se alcanza la meta de la destrucción del entendimiento
y queda dada la posibilidad de una retirada definitiva de los rayos. A mi parecer, es preciso, para ir al fondo de la génesis de esta representación, considerar la presencia de ' un malentendido
respecto del significado simbólico del acto de evacuar, a saber, que quien ha entrado con rayos divinos en una relación que corresponda a la mía está justificado en cierta medida para c... en
todo el mundo.
»Al mismo tiempo, empero, se exterioriza aquí toda la perfidia de la política seguida en mi contra. Casi todas las veces que se me hace el milagro de la necesidad de evacuación, se envía -incitando los nervios del ser humano en cuestión- a alguna otra persona de mi contorno al excusado para impedirme la evacuación; es este un fenómeno que desde hace años he observado tantísimas veces (millares de veces) y tan regularmente que se excluye toda idea de
casualidad. Pero entonces en mí mismo, a la pregunta: "¿Por qué no c... usted, pues?", se prosigue con la famosa respuesta: "Tal vez porque soy tonto". La pluma se niega casi a poner por escrito el formidable dislate de que Dios, de hecho, en su enceguecimiento
debido a su ignorancia de la naturaleza humana, llegue hasta suponer que exista un hombre que pueda no c. . . por tontería -siendo cosa que todo animal es capaz de hacer-. Si yo, entonces, en caso de tener necesidad evacuo realmente -para lo cual, puesto que casi siempre me encuentro con el baño ocupado, me sirvo por lo general de una cuba-, ello va siempre unido a un vigorosísimo desarrollo de la voluptuosidad del alma. En efecto, librarse de la presión causada por el excremento presente en los intestinos trae por consecuencia un intenso bienestar para los nervios de la voluptuosidad. Por esta razón, siempre, y sin excepción alguna,
han estado reunidos todos los rayos al evacuar y orinar; y por esta misma razón siempre se procura, cuando yo me preparo para estas funciones naturales -el esfuerzo de evacuar y orinar-,
volver a hacerles el milagro hacia atrás, si bien casi siempre en vano»





Daniel Paul Schreber, Memorias de un enfermo nervioso, 1903.






Freud, S., Psychoanalytische Bernerkurigen über einen autobiographisch beschriebenen
Fall von Paranoia (Dementia paranoides),
1910.












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